Cuarto chakra: Anahata
El cuarto chakra, llamado Anahata, se sitúa en el centro del pecho, en el esternón. Está relacionado con la energía más grande y poderosa que existe, el Amor, y la capacidad de darlo y recibido de forma incondicional. Y por su ubicación y su relación con el amor se le conoce como chakra Corazón.
El color con el que se le identifica es el verde, pero tenemos que aclarar que éste es para activarlo y equilibrarlo, porque el color para calmarlo es el rosa o el magenta. Su elemento es el aire. La glándula con la que está relacionado es el Timo, responsable de regular el crecimiento y controlar el sistema linfático además de estimular y fortalecer el sistema inmune. Su sentido corporal es el tacto. Los órganos con los que está relacionado son el corazón, los pulmones, el sistema circulatorio, la sangre, la parte superior de la espalda con caja y la cavidad torácica. Su símbolo, el loto verde de 12 pétalos. Los vegetales son su alimento y su enseñanza vital es honrar a todas las formas terrestres de amor divino.
Tiene una situación estratégica, en el medio de nuestro cuerpo, a medio camino entre los tres chakras inferiores, más materiales, y los tres superiores, más espirituales. Y es en él donde convergen nuestras energías internas, masculina y femenina, y las energías divinas y humanas.
La importancia de este centro vital radica en desarrollar los sentimientos más profundos, los que parten del espíritu como un auténtico sentimiento de seguridad, de amor hacia los demás, de tomar las decisiones acertadas, las que se toman con el corazón. La comprensión, el perdón, la compasión vividos en todas sus dimensiones y sin esperar nada a cambio. Nos hace saber quiénes somos, qué queremos. Aquello que conocemos como ‘corazonadas’.
Todo se puede sanar con amor, por eso, cuando existe cualquier dolencia en el plano físico o espiritual, lo mejor es trabajar este chakra para limpiarlo y equilibrarlo.
A través de este centro de energía vital podemos entrar en contacto con la parte más universal de nuestra alma, con nuestro auténtico ser.
Cuando tienes este chakra equilibrado y en armonía entiendes por qué los demás son tan importantes como tú y puedes sentir que cada ser humano es diferente, especial, único y merecedor de amor. Te sientes conectado a otras personas, a sus sentimientos y necesidades, desarrollando tu capacidad de empatía.
Comienzas a darte cuenta de que lo que haces a otros, en realidad te lo estás haciendo a ti mismo, y esto te permite expandir tu nivel de conciencia. Valoras las cosas simples de la vida. Sientes el mundo como un lugar en el que vivir y prosperar. En tu vida reina una gran paz y un perfecto equilibrio.
Experimentas el amor sin apegos, amas sin miedo y sin pedir nada a cambio, porque el amor vivido desde el cuarto chakra se vuelve un estado interno y una forma de vida que, implica primero la autoaceptación de tu propia persona y el lugar que ocupas en este mundo, para después expandirse a cualquier forma de vida.
La compasión vivida desde anahata es la auténtica compasión. Darle al otro lo que realmente necesita y no lo que yo quiero dar. Un cuarto chakra equilibrado también está relacionado con la capacidad de perdonar y liberarnos de la energía de la culpabilidad, permitiéndonos cambiar las estructuras físicas en el interior de la células y el ADN lo que se traduce en salud física y emocional.
En cambio, si está desequilibrado pueden pasar varias cosas. En caso de que esté sobreestimado, nos encontraremos antes un apego desmedido hacia otras personas (celos, posesiones, relaciones de pareja trágicas) situaciones o cosas. O también podemos encontrar el extremo opuesto, un desprendimiento exagerado. En otros casos, veremos un abuso de autoridad o comportamientos abusivos contra el prójimo.
Si el cuarto chakra está olvidado y tiene poca actividad sentiremos el mundo como un valle de lágrimas. La sensación de tener el corazón roto. Aparece el miedo a amar, a ser abrazado o acariciado, miedo a dejar entrar en nuestra vida a los demás por temor al rechazo y una gran dificultad en recibir. Esto provoca vacío, tristeza melancolía.
En el plano físico podemos hablar de una exteriorización a través de un sistema inmune deficitario, proclive a gripes, catarros, infecciones víricas o bacterianas, neoplasias malignas, angina de pecho, infarto de miocardio, accidentes vasculares, asma, bronquitis, enfisema, cáncer de pulmón o cáncer de mama.
La lección más importante que nos enseña este cuarto chakra es que para mantenernos sanos y disfrutar de nuestro bienestar debemos tener amor. El primero y el más importante, hacia nosotros mismos, debemos amar y respetar a la persona que somos.